Un poco de historia
La tradición de la unión en matrimonio de un hombre con una mujer reinante en nuestra cultura occidental tiene sus raíces en el pacto establecido por Dios en la fe Cristiana.
La primera boda celebrada en la Biblia es la de Adán con Eva en el paraíso donde el “sacerdote” que oficia la boda es Dios mismo al traer Eva a Adán antes de que existiera el pecado. En esta boda no había ni vestido, ni anillos, ni una lista larga de invitados. *
La última boda mencionada en la Biblia se encuentra en el libro de Apocalipsis, donde se retrata a la iglesia como la novia de Cristo vestida de blanco.**
He aquí los paralelos que se ven de estas dos bodas hoy en día. El padre lleva a la novia y se la entrega al novio y la novia está vestida de blanco.
Pero no siempre es y fue así. En la edad media los vestidos de novia y la fiesta en sí era un medio de publicidad de la fortuna de la familia de la novia. Esto causaba que entre los nobles la opulencia de los vestidos de novia no tuviera límite. En aquella época el color que simbolizaba la pureza era el azul sin limitarse el vestido a ese color. Los colores elegidos eran los más llamativos que se pudieran conseguir en aquella época y los bordados se creaban a mano por verdaderos maestros de la alta costura que no gozaban de los privilegios y los ingresos de los de hoy en día. Los sastres eran caracterizados en Europa por ser muy pobres y muy trabajadores. Absolutamente todo se hacía a mano.
Con la revolución industrial se empezaron a generar cambios en el mundo de la moda y en los habitantes de los países. La sociedad ya no se dividía a grandes razgos únicamente en nobles y plebeyos. Un nuevo grupo social comenzó a emerger: los burgueses. Al mismo tiempo, muchos de los que antes trabajaban el campo ahora se mudaban a las ciudades para trabajar en las fábricas. No tan sólo adultos, sino que incluso niños podían llegar a trabajar 16 horas o más de corrido en una textil. El primer monarca inglés que intentó aliviar la carga a los menos privilegiados mediante las leyes y ganó su corazón fue la Reina Victoria. Ella también fue quien impuso finalmente la moda del vestido blanco de casamiento en sus núpcias con el Pricipe Alberto de Sachen Coburg. Al ser publicada la imagen de la pareja real las novias burguesas se comenzaron a casar de blanco en honor a la reina.
Desde entonces el blanco se transformó en símbolo de la pureza y la castidad y la novia que no se casaba de blanco lo hacía porque no se lo permitían por no ser virgen. El usar blanco para las núpcias era un honor y un privilegio.
Hoy en día los colores culturalmente aceptados y políticamente correctos para el vestido de una novia en general van desde el blanco inmaculado pasando por el color clara de huevo y crema hasta el champagne. De todas formas, con el creciente número de segundas núpcias y el hecho de llegar virgen al matrimonio haya pasado en muchos casos a segundo y tercer plano en la cultura reinante, así también está pasando a segundo plano el vestido blanco.
Aún así entre los grupos sociales más acomodados de la ciudadanía uruguaya se encuentran quienes pujan por el vestido largo blanco. Puede tener detalles en algún otro color, pero la amplia mayoría no utiliza colores de acento, y si lo hace en pocas cantidades y únicamente un color de acento.
En este entorno y con el detallado bagaje cultural un vestido que por más que sea blanco tenga diferentes colores vívidos de acento y sea hasta la rodilla es un vestido transgresor, innovador y ciertamente se destacará.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario